El cliente compraba la camiseta y la llevaba personalmente a la zona de estampación, donde decía qué quería se estampara.
No había control del stock de los artículos utilizados, ni de los pedidos de estampaciones hechos, con los posibles errores humanos que conlleva un flujo operativo tan manual.
La experiencia del cliente no estaba siendo buena: un servicio lento, con habitualmente largas colas para procesar los pedidos.