Menores, Redes Sociales y Web: los peligros que acechan
Los menores, las Redes Sociales, la Web, tienen algo en común, son objetivo de los ciberdelicuentes.
Los numerosos peligros les acechan en cualquier momento, desde cualquier lugar, en nombre de personas que dicen ser lo que no son. Es el oscuro rostro de los ciberdelicuentes que deambulan sin rostro ni identidad por el mundo en línea en busca de presas fáciles e inocentes.
Por Elena Marcos
¿Dejarías a tu hijo menor solo en casa con las llaves puestas por fuera? ¿Abandonarías a tu hija de 10 años en mitad de la noche sola, en una calle de un lugar desconocido o en mitad de un bosque sabiendo que alguien la puede hacer daño?
Pues es lo que estamos haciendo cuando no hay control parental, ni les damos la confianza para que nos cuenten que hacen en ese mundo, es como si les abandonáramos a su suerte.
Un mal uso al navegar en la web y al exponerse en RRSS tiene graves consecuencias e los menores: daño emocional agudo e incluso pueden acabar con trastornos. Más acuciante aún en la adolescencia porque es una etapa de probar y probarse, de experimentar, de definirse e ir hasta el límite, una época donde las amistades influyen mucho más que la propia familia. Y se alejan de los “mayores”.
El uso de RRSS afecta a nuestros adolescentes generándoles a menudo ansiedad y una autoestima más baja. Aunque no lo queremos ver, es así.
La causa es la sobre exposición pública en etapas tempranas por ser niños, y en la adolescencia por los fuertes cambios que se sufren. Es tener una enorme lupa vigilante a nivel social, donde deben mostrarse alegres, felices, triunfadores, perfectos, maravillosas. Una etapa donde serán juzgados o admirados dependiendo de los followers que tengan, donde las críticas son deformes y lloverán sin piedad, y todo ello lo harán sin la protección, el cariño, el consejo y la supervisión de los adultos, de los que más les quieren, viviendo esta aventura en un mundo virtual donde el ciber acoso es muy difícil de frenar, donde los depredadores y las depredadoras abundan y saben bien usar sus armas, el famoso “síndrome del impostor”…cuando los menores piden ayuda, cuando quieren reaccionar, a veces es demasiado tarde porque los “lobos” ya les han chantajeado hasta llegar a extremos insospechados, conduciendo a numerosos adolescentes al límite, incluso al suicidio.
Todas estas circunstancias se dan en un mundo irreal, a veces ficticio, porque el que pasean solos, porque el que se mueven solas, creyéndose preparad@s, pensando que tienen armas porque se las saben todas, confiando que la persona con la que han entablado conversación cibernética es real, cuando por el contrario, quien hay detrás es alguien muy distinto, alguien que muestra una faz angelical, aunque en realidad es un “demonio” e incluso una banda organizada.
Nuestr@s adolescentes, nuestros niños, son mucho más frágiles de lo que puedan imaginar, incluso más que en el mundo real y se convierten de este modo en un objetivo sencillo para los ciberdelicuentes.
Consecuencias de los peligros en la Red
Las peores consecuencias son el acoso sexual y la violencia a través de figuras como el ciberacoso, stalking, sextortion y doxing.
La pornografía no consentida o “venganza pornográfica”; la extorsión sexual; las amenazas de violación y de muerte; el doxing (reunir y difundir públicamente datos privados de alguien por internet, suplantar la personalidad de alguien en redes y crear perfiles falsos para desacreditar a una persona determinada), algo muy fácil de hacer y que ocurre con frecuencia.
Tecnología como aliada: uso responsable, adultos atentos y lectura de interés
La Tecnología, como decimos siempre en Trentia, bien utilizada es una aliada. Pero debemos recordar que el mal nunca descansa.
A menudo para entender este mundo tan complejo, atractivo y artificial como el de las RRSS, necesitamos asesoramiento externo y lecturas que nos aporten conocimiento. Muy recomendable el libro de la inspectora Silvia Barrera Ibañez, Nuestros hijos en la red.
Silvia es experta en investigación, analista cristografa, gran escritora divulgativa, formadora e investigadora tecnológica y matemática computacional, y con este manual nos enseña de forma práctica a aprender a actuar ante estas situaciones.
La creciente conectividad de los dispositivos móviles supone un riesgo para nuestros hijos. Instagram, Twitter, Tik Tok, Facebook y WhatsApp son una realidad: los niños y las niñas se comunican a través de Redes Sociales y cada vez lo hacen desde edades más tempranas.
En muchos casos se trata de un medio que no conocemos bien y que nos genera dudas y temores pero no podemos vivir de espaldas a los avances tecnológicos. ¿A qué edad debemos comprar un móvil a nuestros hijos? ( cuanto más tarde, mejor) ¿Es prudente publicar información sobre ellos en la red? ¿Debemos usar herramientas de control parental? ¿Son seguras las aplicaciones que descargan? “Nuestros hijos en la red” es una gran guía didáctica que nos muestra de forma clara todo lo que debemos saber para ayudar a nuestros hijos e hijas a navegar en la red con seguridad. Porque como dice la sinopsis del propio libro, una buena prevención digital es una fuente de tranquilidad familiar.
Conclusión:
Los peligros existentes son múltiples; les acechan a todas horas y no siempre son chantajes o extorsión: el hecho de convertir a un joven o una joven en Influencer, admirada por todo el mundo, o al contrario, el constatar el menosprecio en la red, el ser visto como un “loser” o un pringado sin seguidores, el caer en el olvido, el no tener likes y vivir de cara a la galería para obtenerlos, puede ser muy dañino y generar una enorme ansiedad.
Las Redes Sociales deben adaptar su contenido a cada edad y estar vigilantes de lo que sucede en ellas; los padres y madres, y tutores legales, limitar el número de horas, y saber donde están metidos, haciendo uso de control parental. Para que mañana no sea demasiado tarde.
Como dijo Chris Brogan: “Recuerda que hay un ser humano detrás de cada tuit, blog y correo electrónico”. Aunque también al otro lado hay quienes dicen ser lo que no son. No lo olvidemos nunca.